La búsqueda de la vida extraterrestre continúa, y Marte sigue siendo un enfoque principal debido a sus características geológicas y evidencia pasada de agua. Si bien no se han encontrado organismos vivos, los compuestos y los minerales sugieren condiciones que pueden haber apoyado la vida microbiana. Los científicos también están investigando otras ubicaciones, incluidas las lunas heladas de Júpiter y Saturno, que se cree que contienen vastos océanos subterráneos. El estudio de los extremófilos, los organismos que prosperan en entornos extremos en la Tierra, ha ampliado aún más las posibilidades de dónde podría existir la vida más allá de nuestro planeta.
Explorando a Marte y más allá
Como se informó, según la investigación sobre la superficie de Marte, los datos de los rovers de perseverancia y curiosidad de la NASA indican que el clima pasado del planeta puede haber sido adecuado para la vida microbiana. A pesar de su actual panorama estéril, el interés sigue siendo alto debido al descubrimiento de moléculas orgánicas. Más allá de Marte, los cuerpos celestes como Europa y Encelado están siendo estudiados de cerca. Estas lunas contienen océanos subterráneos debajo de gruesas capas de hielo, donde las condiciones pueden permitir la supervivencia microbiana. También se han identificado más de 5.500 exoplanetas, con unos pocos seleccionados considerados potencialmente habitables.
Vida en entornos extremos
La posibilidad de la vida en condiciones extremas ganó impulso después del descubrimiento de bacterias termofílicas en las aguas termales del Parque Nacional de Yellowstone. Desde entonces, se han encontrado microorganismos en ríos altamente ácidos, trincheras de aguas profundas e incluso dentro de los cuerpos humanos. Estos hallazgos han remodelado teorías sobre los límites de la vida e influyeron en el estudio de la habitabilidad extraterrestre.
Vida microbiana en el estómago humano
La investigación realizada por los médicos australianos Barry Marshall y Robin Warren en la década de 1980 condujo a la identificación de Helicobacter pylori, una bacteria que prosperó en el ambiente altamente ácido del estómago humano. Sus hallazgos, que les valieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2005, demostraron que la vida puede persistir en condiciones que una vez se pensaban inhabitables. El estudio de tales microbios continúa informando la búsqueda de la vida en entornos extremos más allá de la Tierra.