Siempre ha existido en la imaginación de aquellos que conocen las leyendas de Cartagena, un puerto de comercio de esclavos en el Mar Caribe, el asiento de la Inquisición en el Nuevo Mundo y la colonia de la fortaleza codiciada por piratas por su oro español. Construido en un banco de arena en la entrada de la Bahía de Cartagena, el fuerte del fuerte de San Matías estaba conectado con el continente por una barricada sumergida que lacería los barcos enemigos antes de ser atacado de las baterías cercanas.
Flanqueada por la cresta oriental de Tierra Bomba, una gran isla cerca de Cartagena, el fuerte de San Matías resistió el ataque de los corsarios, la Royal Navy and History, solo para resurgir, como un descubrimiento arqueológico significativo para Colombia. Tierra Bomba se encuentra entre dos canales, el canal relativamente poco profundo Bocagrande, y hacia el sur por la Bocachica más pequeña y profunda.
A pesar de su papel estratégico en la defensa de la ciudad y la puerta de entrada al Nuevo Mundo, el fuerte de San Matías fue desmantelado en 1626, dejando solo referencias vagas en mapas coloniales y crónicas. Durante siglos, los historiadores y arqueólogos habían buscado sus restos en vano. Pero en 2014, un equipo de investigadores de la Dirección Marítima Colombiana (DiMar), dirigida por Richard Guzmán, Diana Quintana y Carlos Andrade, se embarcó en una ambiciosa misión para mapear la herencia cultural sumergida de la región.
Lo que comenzó como un estudio del rompeolas de Bocagrande, conocido como La Escollera, reveló una ventaja prometedora. Utilizando la tecnología de sonda acústica tridimensional de vanguardia, el equipo mapeó el fondo del mar, descubriendo anomalías inesperadas. Lo que parecía ser una formación geométrica perfecta no era un naufragio, como se sospechaba inicialmente, sino una estructura artificial, con ángulos demasiado precisos para ocurrir naturalmente. Investigaciones adicionales, incluidas las comparaciones con los mapas de la era colonial, confirmaron que la estructura era, de hecho, el fuerte perdido de San Matías.
Mediendo más de 80 metros de longitud, los restos del fuerte se encuentran a una profundidad de seis metros debajo de la superficie de la bahía de Bocagrande. Es un recordatorio conmovedor de las defensas una vez formidables de Cartagena, diseñada para proteger a la ciudad de los ataques frecuentes de piratas y las potencias europeas rivales. Como la defensa principal de la ciudad contra las amenazas del mar, San Matías fue una parte esencial del sistema de fortificación que también incluía los fuertes más grandes de San Fernando y San José, que estaban estratégicamente posicionados para crear una defensa de múltiples capas.
El redescubrimiento de San Matías es significativo no solo por su valor histórico sino también por su potencial para profundizar nuestra comprensión del pasado colonial de Cartagena. La ubicación del fuerte en la boca de la Bahía de Bocagrande subraya la importancia estratégica del territorio, que fue asediada repetidamente por las fuerzas navales inglesas, francesas y holandesas.
Su existencia ofrece nuevas perspectivas sobre la escala y la ambición de la ingeniería militar española en el Caribe durante el período colonial. La Corona ordenó la construcción del rompeolas de Bocagrande el 15 de octubre de 1764. El proyecto fue confiado a Antonio de AreSbalo, un matemático e ingeniero militar designado para diseñar, dirigir y completar la fortificación.
Según los autores de la encuesta titulada “La Escollera” y una estructura sumergida relacionada con Fort San Matías en la Bahía de Cartagena de Indias “, el fuerte fue desmantelado en 1626, ya que la corona española cambió a fortificaciones más modernas, como el fuerte de Santacruz de Castilogrande, ubicado más allá en la Bahía.
Con el tiempo, las fuerzas naturales (tormentas tormentales, huracanes y la implacable erosión de la costa) conspiraron para borrar todos los rastros físicos del fuerte, dejando solo registros débiles en mapas y documentos antiguos. Cuando el desarrollo urbano transformó la costa en el siglo XX, San Matías se había convertido en poco más que una nota al pie de la historia de la ciudad.
Diana Quintana, una de las investigadoras principales, enfatizó la importancia del descubrimiento no solo para la arqueología sino también para la participación pública con la historia de Cartagena. “Este sitio representa más que solo ladrillos y mortero”, explicó. “Es un símbolo de la resistencia de la ciudad y sus esfuerzos continuos para preservar su patrimonio cultural. Proteger estas estructuras sumergidas es un delicado equilibrio entre la exploración científica y la administración ambiental “.
Los desafíos de preservar los sitios patrimoniales sumergidos no son insignificantes. Las aguas que rodean Cartagena son el hogar de una rica variedad de vida marina, y la ubicación del fuerte dentro de una concurrida bahía urbana lo hace vulnerable al daño de la actividad humana. Sin embargo, los hallazgos del equipo han provocado un compromiso renovado para monitorear y proteger los recursos culturales submarinos de Cartagena, asegurando que este capítulo de la historia de la ciudad permanezca intacto para las generaciones futuras.
Si bien el descubrimiento del fuerte de San Matías es un gran logro para la arqueología colombiana, también muestra el vasto potencial para futuros descubrimientos en las aguas de Cartagena. La ciudad ya es famosa por sus fortificaciones coloniales, que fueron designadas por un sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1984. Sin embargo, este hallazgo reciente sirve como un recordatorio de que gran parte del patrimonio marítimo de la ciudad permanece oculto debajo de la superficie, esperando ser descubierto.
La búsqueda de las fortalezas perdidas de Cartagena no ha terminado. De hecho, los investigadores ya están considerando una mayor exploración de la Bahía de Bocagrande y las áreas circundantes. Se cree que otras estructuras coloniales, como el fuerte de San Luis en Bocachica y las baterías de Santángel, están sumergidas, sus ubicaciones precisas aún envueltas en misterio.
El redescubrimiento del fuerte de San Matías abre un nuevo capítulo en la narrativa en curso de Cartagena, una ciudad que, a través de sus capas de la historia, ha dado testimonio del flujo y flujo de imperios, el choque de culturas y las fuerzas implacables de la naturaleza. El fuerte puede haber sido abandonado, sus paredes se desmoronan bajo el peso del tiempo, pero debajo de las aguas de la Bahía de Cartagena, ha encontrado una nueva vida como un símbolo del legado duradero de la ciudad y un tesoro para generaciones futuras de historiadores, arqueólogos y exploradores.