El Dr. Francisco Lopera Restepo, un neurólogo que dedicó su vida a desentrañar los misterios de la enfermedad de Alzheimer, falleció el 10 de septiembre de 2024 en Medellín a la edad de 73 años. Su investigación innovadora sobre la enfermedad de Alzheimer de inicio temprano resaltó la comprensión de la comunidad científica de esta condición devastadora, lo que le convirtió en una mayor condición de Colombia.
Durante casi cuatro décadas, el Dr. Lopersa dirigió un estudio monumental en la Universidad de Antioquia (UDEA) en el mutación paisauna variante genética exclusiva de una familia extendida en Antioquia que causa el Alzheimer de inicio temprano. Esta mutación ha afectado a más de 6,000 miembros de la familia, y muchos desarrollan demencia en sus cuarenta años o incluso antes. Su dedicación al seguimiento y la comprensión de este gen, conocido como el mutación paisaresultó en avances transformadores en la investigación de Alzheimer.
Un punto de inflexión en el trabajo del Dr. Lopera se produjo cuando él y su equipo descubrieron que un miembro de la familia llevaba una segunda mutación genética que lo protegió de la demencia hasta los 67 años, a pesar de tener el mutación paisa. “Fue como encontrar una puerta oculta en un laberinto”, reflexionó una vez Lopera. Este descubrimiento clave abrió nuevas posibilidades para desarrollar tratamientos para prevenir los Alzheimer en aquellos genéticamente predispuestos a la enfermedad.
Nacido en la pequeña ciudad de Santa Rosa de Osos, Antioquia, en 1951, Lopera creció en una región donde la pérdida de memoria, la demencia y otros trastornos neurológicos afectaron a muchas familias. Su proximidad a los afectados por la enfermedad lo inspiró a buscar medicina en la Universidad de Antioquia. Se especializó en neurología conductual, y en 1984, había comenzado a investigar casos de Alzheimer de inicio temprano en las familias locales. Su investigación eventualmente identificaría a 25 familias en la región que llevaron el gen responsable de la enfermedad, lo que lo llevó a convertirse en una figura reconocida internacionalmente en neurología.
En una entrevista de febrero de 2013 (edición 58) con Richard Emblin para el periódico de la ciudad, el Dr. Lopera explicó cómo las primeras experiencias dieron forma a su trabajo. “Cuando vives en una comunidad donde las personas pierden su memoria y desaparecen en sí mismas, no puedes mirar hacia otro lado”, dijo. “Quieres entender por qué y, lo que es más importante, cómo ayudar”. Esta entrevista no solo destacó sus logros científicos, sino que también reveló el profundo compromiso personal que alimentó su trabajo. Abrió el camino para numerosos informes de los medios, ayudando al mundo a reconocer la importancia de su investigación.
Las investigaciones del Dr. Lopersa llevaron a una asociación con el Banner Alzheimer's Institute en Phoenix, Arizona, en 2013. Juntos, lanzaron un ensayo clínico que buscaba prevenir Alzheimer en personas que transportan las personas que transportan mutación paisa. El ensayo continúa hoy, ofreciendo la esperanza de que la enfermedad se pueda prevenir en aquellos que de otro modo seguramente la desarrollarán. El trabajo del Dr. Lopera se centró no solo en el tratamiento de los síntomas de Alzheimer después de que aparecieron los síntomas, sino en prevenir la enfermedad antes de que pudiera comenzar a destruir el cerebro.
“Tenemos que actuar antes de que se haga el daño”, dijo al periódico de la ciudad, enfatizando la importancia de la intervención temprana. El enfoque innovador de su equipo cambió el paradigma en la investigación de Alzheimer al atacar las placas amiloides (grupos de proteínas pegajosas asociados con la demencia, antes de que pudieran acumularse a niveles peligrosos. El Dr. Lopera estaba particularmente interesado en estudiar el impacto de amiloide en el cerebro cuando aún no eran síntomas. “Es como evitar un fuego antes de que comience”, explicó. “Una vez que el fuego ha destruido la casa, hay poco que puedas hacer. Pero si podemos detener la chispa, podemos salvar vidas “.
A lo largo de su carrera, el trabajo del Dr. Lopera no fue solo un viaje científico sino un humano profundamente humano. Reconoció el costo emocional y financiero de Alzheimer sobre familias, particularmente en las comunidades rurales de Antioquia. Trabajó en estrecha colaboración con las familias que estudió, ganando su confianza durante años de investigación compasiva. Esta confianza le permitió establecer un banco de cerebro, esencial para avanzar en su investigación. “Necesitábamos mirar dentro del cerebro para comprender la enfermedad”, dijo. “Sin estas donaciones, sin estas familias, nuestro trabajo no hubiera sido posible”.
En un caso memorable, el Dr. Lopera condujo a la ciudad de Angostura para convencer a la familia de un paciente fallecido de Alzheimer de donar el cerebro de su madre. Su persistencia y preocupación genuina los llevaron a estar de acuerdo, marcando el comienzo de un programa de donación cerebral que eventualmente crecería para incluir 200 cerebros, 60 de los cuales pertenecían a personas con Alzheimer de inicio temprano hereditario.

La implacable búsqueda del Dr. Lopera de una cura se extendió más allá de Colombia. Su trabajo atrajo la atención global, lo que llevó a perfiles en revistas de renombre como La lanceta y The New York Times. Su investigación también tuvo un profundo impacto en la comunidad científica, que consideraba su estudio en el mutación paisa como un hito en la investigación de Alzheimer. Sus ensayos clínicos sobre el fármaco crenezumab ofrecieron la esperanza de que algún día se pudiera prevenir el Alzheimer, cambiando el futuro de las enfermedades neurodegenerativas.
A pesar de su aclamación global, el Dr. Lopera se mantuvo basado en su compromiso con Medellín y la gente de Antioquia. “Esta no es solo una misión científica para mí”, dijo al periódico de la ciudad. “Se trata de dar esperanza a las familias que han vivido a la sombra de esta enfermedad durante generaciones”.
Al Dr. Francisco Lopersa le sobreviven su esposa, hijos y nietos, junto con las miles de familias e individuos que se beneficiaron de su investigación pionera. Su trabajo continúa inspirando a la próxima generación de científicos dedicados a resolver uno de los misterios médicos más desafiantes del mundo.
Como la comunidad médica reflexiona sobre su legado, una verdad es segura: las contribuciones del Dr. Lopera a la comprensión de la enfermedad de Alzheimer serán recordadas como un capítulo definitorio en la neurología moderna. A través de su trabajo, no solo ha avanzado la lucha contra la de Alzheimer, sino que también le ha dado a innumerables familias la esperanza de que sus recuerdos, y sus seres queridos, algún día se salgan algún día.
En las palabras de despedida del Dr. Lopera: “Perder tu memoria es perder una parte de ti mismo. Si podemos preservar la memoria, preservamos la esencia de quiénes somos ”.