Colombia alberga una fascinante variedad de haciendas embrujadas, hoteles espectrales e incluso corredores de gran altitud reconocidos por avistamientos de ovnis. Estas ubicaciones, aparentemente congeladas en el tiempo pero llenas de leyenda, ofrecen una encantadora combinación de historia, misterio y lo paranormal para aquellos atraídos por los extraños e inexplicables.
“Bandidos” in La Candelaria
En el histórico vecindario de Candelaria de Bogotá, la infame Casa del Bandido Russi perdura. Datado de 1851, esta casa recuerda los días en que el abogado defensor convertido en criminal José Raimundo Russi deambulaba por sus calles. Arrestado y ahorcado por su supuesta participación en un crimen violento, se dice que el espíritu de Russi aún se demora. Los locales informan avistamientos de su figura espectral que inquietaba los pasillos vacíos de su antigua casa en Carrera 2 y Calle 11, una reliquia encerrada desde la década de 1950, resistiendo la transformación del distrito en cafés y tiendas.

Cerca se encuentra la casa de José María Cordóvez, la autora del siglo XIX de Reminiscencias de Bogotá. Cordóvez relató una ciudad llena de espíritus, escritura de cuerpos enterrados dentro de las paredes coloniales. Se dice que su familia compartió su hogar con presencias espectrales: ollas se extendió en la cocina, y un hombre fantasmal aparecía cada noche, sentado en la sala de estar, fumando un cigarro después de llenar la casa con un grito escalofriante. Con su rico pasado paranormal, Casa Cordóvez sigue siendo uno de los sitios más misteriosos de Bogotá.
Cementerio Central
El Cementerio Central de Bogotá, establecido en 1836, ha sido durante mucho tiempo un reino de presencias fantasmales. Entre sus apariciones, la más infame es una figura envuelta en blanco, que aparece cerca de las puertas principales alrededor de la 1:30 de la mañana. Pero, de nuevo, no bajo ninguna circunstancia, coloque la cementería después del anochecer, incluso si los cuidadores informan sonidos extraños de una escalera de metal que conduce a una cripta de tumbas sin marcar. Empicado en la historia embrujada, Cementerio Central ofrece una experiencia auténticamente espeluznante para aquellos de gusto por lo macabro.
El “Triángulo Roswell” de Colombia

La ciudad de Nobsa en Boyacá atrae a los buscadores de curiosidad con su encanto extraterrestre. La cercana montaña Cruz de Aranda tiene fama de actividad regular de ovnis, atrayendo creyentes y escépticos con la esperanza de un encuentro. Nobsa promueve los viajes de senderismo a Cerro Cruz de Aranda, lo que se suma a la creciente cartera de turismo de la ciudad. El expansivo desierto de Tatacoa en Huila, celebrado por sus paisajes sobrenaturales, es otro sitio principal para la observación de ovnis y un paraíso de investigación para paleontólogos que exploran su terreno árido. Junto a Tocaima en Cundinamarca, donde los residentes informan luces brillantes por la noche, estos tres destinos forman el “Triángulo Roswell” de Colombia.
Haciendas y casas embrujadas
Ubicado entre la hierba alta y los sauces llorosos del valle de Tibasosa, la Hacienda Suescún cautiva a los visitantes con su herencia de la era republicana, presentando a Simón Bolívar antes de que sus fuerzas de independencia se enfrentaran en la batalla de Vargas Swamp. Un destino muy codiciado para los almohadillas de miel y los invitados adinerados, algunos de sus visitantes de chip azul han relatado las noches destrozadas por el choque de persianas de madera, el raspado de una espada a lo largo de las paredes y el tintineo enojado de cadenas que hacen eco por el corredor principal. Rodeado por la quietud de la hospitalidad de Boyacá, la hacienda suescún sigue siendo un vestigio inquietante del pasado colonial de Colombia.
El Hotel Dorantes de Bogotá es una gran mansión convertida en hotel que recuerda al legendario Hotel Chelsea de Nueva York. Transformado en la década de 1960 para rivalizar con el exclusivo Continental de la ciudad, ahora sirve como una modesta casa de pensión. Sin embargo, en medio de su grandeza desvaída, los cuentos persisten de una mujer espectral a la deriva a lo largo de su crujiente escalera de madera, rapeando a las puertas de los huéspedes y manteniendo el Hotel Dorantes presente en el folklore de la capital y la sombra de una opulenta era.

El Castillo La Alboraya en Barranquilla tiene una leyenda particularmente siniestra. Construido en 1626, se dice que esta fortaleza desmoronada albergó a un mestizo llamado Rendón, se rumorea que hizo un pacto con el diablo. Rendón, montado en un semental negro con sangre, según los informes, amenazó a cualquiera que se atreviera a acercarse a su tierra. Más tarde, el castillo fue comprado por un español llamado Miguel Borrás, quien, según Lore, encarceló a hombres jóvenes en sus túneles subterráneos. Hoy, los residentes aún afirman escuchar un caballo fantasma galopando en la noche de la noche, lo que se suma al encanto escalofriante del sitio.
Hospital San Juan de Dios

El Hospital San Juan de Dios de Bogotá, fundado en 1564, se destaca como un recordatorio inquietante de la historia médica de Colombia, marcado por su grandeza y descomposición. Una vez que un faro de cuidado para los desfavorecidos, esta institución se ha convertido en una sombra de su antiguo yo, sus estructuras desmoronadas se hacían eco de las historias de innumerables pacientes que alguna vez buscaron consuelo dentro de sus muros.
El estilo arquitectónico del hospital, una combinación cautivadora de diseños coloniales y neoclásicos, ahora sufre bajo capas de negligencia. Los corredores una vez vibrantes están envueltos en silencio, y los restos de su ilustre pasado están intercalados con yeso desmoronado y vegetación cubierta de vegetación. Deambulando los terrenos evoca un sentido inquietante de inquietud; Los susurros del pasado parecen demorarse en el aire, como si los espíritus de los antiguos pacientes y el personal aún atravesen los pasillos en ruinas. En una de las paredes dentro del centro de salud mental abandonado, lee un mensaje junto a una cruz: “No Vuelvan” – “No vuelvas”.
Los muchos lugares embrujados de Colombia ofrecen un vistazo a un pasado laberíntico, donde coexisten los viajeros vivos y espectrales, invitando a los viajeros a explorar las corrientes subterráneas de una tierra donde la historia y el otro mundo permanecerán entendidos para siempre.