Quibdó, Colombia – Elizabeth “Chava” Moreno es una líder de derechos humanos del municipio del Litoral San Juan en el departamento de Chocó de Colombia.
Después de ser obligado a huir de su hogar rural por grupos armados en 2013, Moreno se dedicó a abogar por los nativos negros e indígenas de Chocó.
Hoy, ella es la coordinadora del Foro Interétnico en Chocó, que representa a las comunidades que han sido víctimas de décadas de conflicto y negligencia estatal.
Moreno ha recibido múltiples reconocimientos prestigiosos, incluido el Premio de Refugiados de las Naciones Unidas en Nansen en 2023 y el Premio Nacional de Derechos Humanos del gobierno colombiano.
En el comedor vacío de un sombrío hotel de Quibdó, Moreno afloja la cuerda que une una parcela de hojas de plátano, liberando una nube de vapor salado de un caliente pastel de arroz. Recogió el manjar del Pacífico en la calle de colegialas recaudando dinero para su iglesia.
Un camarero ofrece colocarlo para Moreno, pero ella declina. “No es necesario hacer un desastre”, le dice, agitando su mano.
Antes de nuestra reunión, Moreno había participado en una conferencia en el piso de arriba con miembros de la comunidad negra de la región predominantemente afro-descendiente. Durante nuestra entrevista, los hombres y las mujeres se detienen periódicamente para presentar sus respetos.
Conflicto y desplazamiento
El tema en la mente de todos en Chocó es la crisis humanitaria creciente provocada por los enfrentamientos entre el Grupo Guerrilla del Ejército Nacional de Liberación (ELN) y el Ejército Gaitanista Colombiano (EGC), la organización de tráfico de drogas más grande de Colombia también conocida como el Clan del Golfo (clan Gulf).
La región no es ajena a la guerra, y ha sido desarraigada por la violencia de dentro y fuera durante la mejor mitad de 40 años.
Pero Moreno enfatiza que el conflicto no es endémico para el departamento, que vino de siglos de paz exterior e interrumpido.
“Antes, vivíamos en armonía, armonizados por la sabiduría y el conocimiento ancestrales. Pero a medida que las fuerzas violentas en Colombia se extendieron a regiones más remotas, finalmente llegaron a nuestra tierra”, recuerda.
El lugar de nacimiento de Moreno es rico en oro y cobre y está maduro para cultivar coca y marihuana, que ha atraído a corporaciones multinacionales y grupos armados ilegales que buscan obtener ganancias.
“Están impulsados por el deseo de hacer, extraer, aprovechar y aprovechar estos recursos en las comunidades, de personas que no tenían el conocimiento para defender sus activos”, explica.
Los grupos armados retiraron a la fuerza a las personas de sus hogares para facilitar la producción, creando desplazamientos masivos como los que se ven hoy.
Moreno fue desplazado en 2013 por la lucha entre grupos paramilitares.
“Ser desplazado produce muchos efectos … sobre todo, la ruptura del tejido comunitario, la pérdida de la cultura, las situaciones económicas precarias, el colapso familiar, la descomposición social”, explica.
La nueva ola de peleas en Chocó ha desplazado a más de 3.500 personas desde febrero.
Moreno advierte que las personas que ya eran víctimas de episodios anteriores de conflicto están siendo afectadas nuevamente.
“Es muy doloroso, es muy triste … en Chocó, [we are seeing] Revictimización, el gobierno repite los mismos errores, actores como el ELN, el colapso en las negociaciones “, dice, haciendo referencia al colapso en las conversaciones de paz entre el estado y el ELN en enero.
Enfoques fallidos de la paz
Muchos observadores creen que el plan de “paz total” del presidente colombiano Gustavo Petro ha aprobado un punto de inflexión, con enfrentamientos intensificados en la región del noreste de Catatumbo, Chocó y Cauca.
En Chocó, la violencia cíclica ha generado una profunda desconfianza en la capacidad del estado para proteger a sus ciudadanos.
Moreno critica el enfoque de la paz del gobierno, incluido el acuerdo de 2016 con el Grupo Guerrilla de FARC, por no involucrar a personas negras e indígenas que viven en la primera línea del conflicto.
“Esa es una de las grandes fallas de la firma del Acuerdo de Paz … Afro-colombianos, las víctimas, las personas indígenas, llegamos a las últimas trescientas páginas del acuerdo de paz. Solo una página habla sobre el componente étnico”, dice ella.
Moreno explica que a pesar de las esperanzas de que el acuerdo traiga la paz, simplemente cambió la dinámica del conflicto a diferentes grupos causando estragos en la población civil.
“Aquí, la correa cambia pero no el perro”, dice ella.
En los últimos dos años, Chocó ha tenido el mayor porcentaje de desplazamientos, desapariciones y confinamientos en Colombia.
Moreno exige una acción urgente del gobierno antes de que sea demasiado tarde para Chocó. Ella se encuentra entre muchos líderes locales que exigen iniciativas de desarrollo e instituciones más fuertes de la región, en lugar de intervenciones de seguridad.
Moreno critica al gobierno por actuar solo una vez que es demasiado tarde, haciendo referencia a su fracaso para responder a las primeras advertencias sobre la crisis en Catatumbo.
Ahora, ella lo implica para responder las alertas emitidas por el gobierno, el defensor del pueblo y los líderes locales en Chocó.
“No se puede resolver el problema cuando el daño ya se ha hecho”, dice Moreno.
En Colombia, hablar en contra del gobierno y los grupos armados pueden ser mortales; El año pasado, 188 líderes sociales y defensores de los derechos humanos fueron asesinados, incluidos siete en Chocó.
Cuando se le pregunta si tiene miedo de hablar, Moreno se ríe: “¡Siempre nos preguntan eso!”
“Si dejamos que el miedo se apodere de nosotros, nos come vivos. Un amigo siempre dice, si hablamos, nos mata. Así que deja que nos maten hablando”, dice ella.