Una sequía severa en la cuenca del Amazonas ha provocado que los niveles de agua se desplomen en un 80% a lo largo de grandes secciones del río Amazonas, revelando bancos de arena y representando una grave amenaza para el delfín de río rosado ya en peligro de extinción. La ciudad portuaria colombiana de Leticia, la capital del departamento de Amazonas, es una de las áreas más afectadas, con rutas comerciales de Brasil vecinas y Perú interrumpidas severamente por los niveles bajos de agua sin precedentes. En Puerto Nariño, un pequeño pueblo ubicado a unos 60 kilómetros río arriba de Leticia, los líderes indígenas de la tribu Tikuna solicitan que el gobierno del presidente Gustavo Petro brinde ayuda humanitaria urgente.
La Unidad Nacional de Colombia para la Gestión del Riesgo de Desastres (USGRD) respondió el martes a la emergencia presentando un plan de contingencia al impacto de las Amazonas de agarre de sequía extendidas. La Comisión Técnica de la UNGRD confirmó que el río Amazon ha experimentado una disminución del 80% en la cobertura del agua y que estos niveles de disminución están cortando las conexiones con cuerpos clave de agua, incluidas las lagunas de Tarapoto, cruciales tanto para la conservación de la vida silvestre del dolfín del río Pink y las medias de la vida de los pescadores de Puerto Nariño.
Según el UNGRD, la sequía ha interrumpido el suministro de agua para aproximadamente 10 comunidades indígenas fluviales que viven de unas 3.000 personas. “La primera acción que estamos tomando es la distribución de bombas y mangueras de motor para garantizar el suministro de agua en los territorios indígenas”, dijo el director de la UNGRD, Carlos Carrillo. “Estas comunidades están aisladas, sufren de escasez de agua y creciente inseguridad alimentaria, lo cual es extremadamente preocupante”, agregó Carrillo.
La sequía no se limita a Colombia sola; Varios afluentes del Amazonas en Brasil se enfrentan a una escasez crítica de agua. El lunes, la Agencia Nacional de Agua de Brasil (ANA) informó que los ríos como Iriri y Xingú, que alimentan la planta hidroeléctrica de Belo Monte, se encuentran en niveles históricamente bajos. La instalación de Belo Monte, que genera el 11% de la energía para el sistema integrado nacional de Brasil, ahora está experimentando tasas de flujo natural muy por debajo del promedio de 2023 y que se acerca a los mínimos récord, según ANA.
La situación ha llevado a los grupos ambientalistas a generar preocupaciones sobre los efectos a largo plazo del cambio climático en la cuenca del Amazonas. El aumento de las temperaturas y los patrones climáticos impredecibles amenazan no solo las poblaciones indígenas sino también la biodiversidad de la región. Como las comunidades vulnerables que dependen de la pesca y la agricultura de subsistencia están viendo que sus recursos disminuyen, las llamadas se intensifican para una acción más coordinada de los gobiernos nacionales y las organizaciones de ayuda internacional.